
A veces, la violencia racista te alcanza cuando menos te lo esperas, en el lugar más impensado. Lo que sigue es una cadena de despropósitos que te obligan a luchar doblemente: contra la agresión y contra un sistema que, a menudo, parece diseñado para proteger al agresor blanco y racista. Esto es lo que le ocurrió a Happy Panda, una mujer negra en un gimnasio de Alemania, en un episodio que destapa las capas de racismo y machismo aún presentes en la sociedad.
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